lunes, 28 de septiembre de 2015

El lunes pasado, en clase de fotografía, mientras el profesor anunciaba los deberes, David Cameron anunciaba que el Reino Unido acogería a unos veinte mil refugiados más tras la crisis migratoria de Siria. Unas semanas antes fue publicada una fotografía que ha dado la vuelta al mundo. En la fotografía se puede ver a un niño ahogado en la playa, mientras un soldado le mira. Una imagen de la guerra de Siria, una imagen que incluso para esta guerra, resulta gráfica, resulta próxima, incluso para ser de la guerra siria, esta imagen golpea a cualquiera con algo de sensibilidad.
¿Cuál es el deber que tenemos los periodistas? Aquellos con una cámara, con un micrófono, o simplemente un bolígrafo en mano, tienen esa capacidad para llevar aquellos acontecimientos que a veces parecen tan ajenos, a la conciencia de aquellos, que de otra forma no se enterarían. Esto se resume con la palabra periodismo, pero aquellos diversos rincones de esta profesión, recopilan información de todos los diversos ámbitos de nuestra sociedad, desde los agradables hasta aquellos cuya simple mención toca la compasión de todo el que se exponga a la historia.
Precisamente por este poder que conlleva comunicar las cosas, ya sea un acontecimiento, un saber o simplemente una opinión, la profesión conlleva una responsabilidad y un peso ético que pocas otras requieren.  Es interesante entonces, analizar, hasta qué punto conviene profundizar en una historia para llegar a la audiencia. La imagen del niño ahogado ha causado un gran debate alrededor del mundo porque para muchos atenta contra el sentimiento público. Encima la fotografía fue la portada de periódicos de la talla de El mundo. Tras todo esto, salta una pregunta al aire: ¿ha ido demasiado lejos en este caso el uso de esta imagen?
La simple respuesta es decir que sí; una portada que leen millones al día, incluyendo padres, madres y niños, parece una apuesta no solo arriesgada si no también, imprudente. Una impresión difícil de quitar, ver a un niño de 5 años ahogado en la orilla como si fuese un animal que encalló en la playa. Lo cierto es que un niño que fallece a causa de una crisis provocada por una guerra, no debería de ser algo que se oculte. Al contrario, como se mencionó previamente, la guerra de Siria y las guerras en general son un escenario que afecta y destruye la vida de personas cada año.
 Hay que tener en cuenta el contexto de la imagen en otros países europeos. Alemania y Francia por ejemplo fueron dos de los países en los que no se publicó la imagen del niño ahogado, sino más bien una, menos cruda, en la que el niño ya está en manos del soldado. En Italia, al igual que en España, el uso que le dieron los distintos medios fue muy variado. Algunos pusieron la imagen más cruda en los artículos, otros en la portada, otros optaron por no usarla. Mientras que en Turquía (donde la fotografía fue sacada) el uso de la imagen fue más directo. Más que tratarse de la sensibilidad de cada país, creo que se puede hablar de la proximidad tanto geográfica como emocional al tema.
La imagen puede funcionar como una plataforma para acercar el conflicto a las casas de las personas. “Lo único que podía hacer era que el mundo escuchara su grito”, estas fueron las palabras usadas por el fotógrafo que capturó este momento. Y al parecer su grito ha sido escuchado. Después de la publicación de la imagen las ONGs involucradas en el tema de migración ingresaron más dinero a causa de las donaciones. Y no solo se ve esto a nivel de las organizaciones.
El simple hecho de que se creara un debate posiciona la fotografía en un nivel superior a las demás. Si se habla de la fotografía algo se menciona de la crisis, aunque sea poco. Pero así, con pasos pequeños se acerca el acontecimiento a los ciudadanos. Este fenómeno pone en relieve la importancia de la ayuda que hace falta con respecto a la crisis migratoria. También resalta el peligro del trayecto que miles de personas han tenido que atravesar. Y a mí, personalmente me hace preguntarme que tan mal puede estar la situación en Siria para que la opción desesperada de su pueblo, sea esta.
Al igual que la cobertura de los medios en situaciones de crisis, la información que rodea la fotografía no tiene la importancia que la fotografía en si ha causado. Por ejemplo, se desconoce, generalmente, que la familia del Niño Alan Kurdi (la víctima), también falleció. Tanto su hermano como su madre, también ahogados. El único sobreviviente, fue su padre.
Al final, yo me quedo con que la fotografía ha al menos logrado transmitir la emoción al resto del mundo. Puede que no el conocimiento sobre el tema, pero si una noción, que puede causar curiosidad y que puede llevar a los países occidentales a moverse, o al menos a sentir cierta presión. Y aunque la fotografía puede lastimar, lo hace, porque el hecho en sí ya duele.  

En conclusión se puede decir que la fotografía si fue responsable de un tráfico importante de información y de menciones, causando algo que podría llamarse conciencia. Al menos algo parecido a eso, pero mi pregunta es: en tres meses, cuando los medios no hablen de esto, ¿se seguirá hablando de la fotografía, del conflicto causado por la crisis migratoria y sus tragedias? Solo entonces se podrá saber el impacto real de esta fotografía. 

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