El lunes pasado, en clase de fotografía, mientras el
profesor anunciaba los deberes, David Cameron anunciaba que el Reino Unido
acogería a unos veinte mil refugiados más tras la crisis migratoria de Siria.
Unas semanas antes fue publicada una fotografía que ha dado la vuelta al mundo.
En la fotografía se puede ver a un niño ahogado en la playa, mientras un
soldado le mira. Una imagen de la guerra de Siria, una imagen que incluso para esta
guerra, resulta gráfica, resulta próxima, incluso para ser de la guerra siria,
esta imagen golpea a cualquiera con algo de sensibilidad.
¿Cuál es el deber que tenemos los periodistas? Aquellos con
una cámara, con un micrófono, o simplemente un bolígrafo en mano, tienen esa
capacidad para llevar aquellos acontecimientos que a veces parecen tan ajenos,
a la conciencia de aquellos, que de otra forma no se enterarían. Esto se resume
con la palabra periodismo, pero aquellos diversos rincones de esta profesión,
recopilan información de todos los diversos ámbitos de nuestra sociedad, desde
los agradables hasta aquellos cuya simple mención toca la compasión de todo el
que se exponga a la historia.
Precisamente por este poder que conlleva comunicar las
cosas, ya sea un acontecimiento, un saber o simplemente una opinión, la
profesión conlleva una responsabilidad y un peso ético que pocas otras
requieren. Es interesante entonces, analizar,
hasta qué punto conviene profundizar en una historia para llegar a la
audiencia. La imagen del niño ahogado ha causado un gran debate alrededor del
mundo porque para muchos atenta contra el sentimiento público. Encima la fotografía
fue la portada de periódicos de la talla de El mundo. Tras todo esto, salta una
pregunta al aire: ¿ha ido demasiado lejos en este caso el uso de esta imagen?
La simple respuesta es decir que sí; una portada que leen
millones al día, incluyendo padres, madres y niños, parece una apuesta no solo
arriesgada si no también, imprudente. Una impresión difícil de quitar, ver a un
niño de 5 años ahogado en la orilla como si fuese un animal que encalló en la
playa. Lo cierto es que un niño que fallece a causa de una crisis provocada por
una guerra, no debería de ser algo que se oculte. Al contrario, como se
mencionó previamente, la guerra de Siria y las guerras en general son un
escenario que afecta y destruye la vida de personas cada año.
Hay que tener en
cuenta el contexto de la imagen en otros países europeos. Alemania y Francia
por ejemplo fueron dos de los países en los que no se publicó la imagen del
niño ahogado, sino más bien una, menos cruda, en la que el niño ya está en
manos del soldado. En Italia, al igual que en España, el uso que le dieron los
distintos medios fue muy variado. Algunos pusieron la imagen más cruda en los
artículos, otros en la portada, otros optaron por no usarla. Mientras que en
Turquía (donde la fotografía fue sacada) el uso de la imagen fue más directo.
Más que tratarse de la sensibilidad de cada país, creo que se puede hablar de
la proximidad tanto geográfica como emocional al tema.
La imagen puede funcionar como una plataforma para acercar
el conflicto a las casas de las personas. “Lo único que podía hacer era que el
mundo escuchara su grito”, estas fueron las palabras usadas por el fotógrafo
que capturó este momento. Y al parecer su grito ha sido escuchado. Después de
la publicación de la imagen las ONGs involucradas en el tema de migración
ingresaron más dinero a causa de las donaciones. Y no solo se ve esto a nivel
de las organizaciones.
El simple hecho de que se creara un debate posiciona la
fotografía en un nivel superior a las demás. Si se habla de la fotografía algo
se menciona de la crisis, aunque sea poco. Pero así, con pasos pequeños se
acerca el acontecimiento a los ciudadanos. Este fenómeno pone en relieve la
importancia de la ayuda que hace falta con respecto a la crisis migratoria.
También resalta el peligro del trayecto que miles de personas han tenido que
atravesar. Y a mí, personalmente me hace preguntarme que tan mal puede estar la
situación en Siria para que la opción desesperada de su pueblo, sea esta.
Al igual que la cobertura de los medios en situaciones de
crisis, la información que rodea la fotografía no tiene la importancia que la
fotografía en si ha causado. Por ejemplo, se desconoce, generalmente, que la
familia del Niño Alan Kurdi (la víctima), también falleció. Tanto su hermano
como su madre, también ahogados. El único sobreviviente, fue su padre.
Al final, yo me quedo con que la fotografía ha al menos
logrado transmitir la emoción al resto del mundo. Puede que no el conocimiento
sobre el tema, pero si una noción, que puede causar curiosidad y que puede
llevar a los países occidentales a moverse, o al menos a sentir cierta presión.
Y aunque la fotografía puede lastimar, lo hace, porque el hecho en sí ya duele.
En conclusión se puede decir que la fotografía si fue
responsable de un tráfico importante de información y de menciones, causando
algo que podría llamarse conciencia. Al menos algo parecido a eso, pero mi
pregunta es: en tres meses, cuando los medios no hablen de esto, ¿se seguirá hablando
de la fotografía, del conflicto causado por la crisis migratoria y sus
tragedias? Solo entonces se podrá saber el impacto real de esta fotografía.
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